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Madrid
La propuesta de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), que se reúne desde hoy en Agadir (Marruecos), pretende extender la vida de la "agonizante" industria ballenera, en lugar de asegurar el futuro de los cetáceos.
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La propuesta de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), que se reúne desde hoy en Agadir (Marruecos), pretende extender la vida de la "agonizante" industria ballenera, en lugar de asegurar el futuro de los cetáceos.
Así opina el coordinador de Campaña de Océanos de Latinoamérica de Greenpeace, Milko Schvartzman, que sostiene que la actual propuesta de la CBI supone una "mínima" reducción en la cifra de ballenas que se cazan al año, no garantiza el fin de la cacería en áreas designadas como santuarios balleneros ni aborda la restricción absoluta al tráfico mundial de productos derivados de ballenas.
"Si bien la propuesta explicita que la misma no significa un levantamiento de la moratoria internacional a la caza de ballenas, contiene artificios que erosionarían a la misma. Y no soluciona el abuso del Artículo VIII, por medio del cual países como Japón pueden tomar decisiones unilaterales de cazar bajo supuestos fines científicos", añade.
En respuesta a un cuestionario enviado por EFE, Schvartzman se muestra esperanzado en que la propuesta aún se modifique para poder asegurar el futuro de las ballenas, siempre y cuando los países se comprometan "seriamente" en la cita de Agadir, que hoy celebra una jornada a puerta cerrada y que comienza formalmente el lunes.
Greenpeace insta a todos los Estados miembro "a no perder esta oportunidad" y trabajar tanto en la conservación de los cetáceos como en la adaptación de la Comisión Ballenera a los tiempos actuales, eliminando las disfunciones del organismo.
Lograr un acuerdo depende de que "los países conservacionistas mantengan una firme convicción de lograr que el mismo se centre en la conservación de cetáceos para las futuras generaciones, y no en buscar la manera de que la agonizante e innecesaria industria ballenera siga con vida, subsidiada por Japón, Islandia y Noruega, que sin justificación continúan matando ballenas en el siglo XXI".
Entre los aspectos positivos de la actual propuesta, Schvartzman destaca la idea de implementar controles sobre las capturas que se realicen, "aunque se pretende que los controles sean financiados por todos los miembros de la CBI, cazadores, y no cazadores, esto sería inconcebible".
Para la organización ecologista sólo es aceptable un planteamiento que incluya: el fin a la caza en el Santuario Ballenero Austral -inmediatamente o en un plazo no mayor a tres años-, "no erosionar" la moratoria a la caza comercial y que sea respetada por todos los países, sin posibilidad de objeciones.
Anualmente, sólo Japón, Islandia y Noruega cazan alrededor de 2.000 ballenas y se estima que unos 300.000 delfines y ballenas mueren cada año fundamentalmente por la pesca accidental, según los datos aportados por este responsable de la organización ecologista.
Por último, ha destacado la importancia económica del turismo de avistamiento de cetáceos, que se practica en más de un centenar de países.
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