Por CCC News/ABC 
Fotos: Colaboradores
El Mapocho, lunes 14 de junio de 2010
Tokio consigue apoyos para intentar levantar la moratoria a la  caza comercial mediante la compra de votos de países en desarrollo y de  esa manera lograr el control de la Comisión Ballenera Internacional.
El escándalo ha estallado a una semana de que comience en Marruecos  una trascendental reunión de la Comisión Ballenera Internacional (CBI),  que estudia levantar la moratoria vigente desde 1986 a la caza comercial  de ballenas.
Aprovechándose de un vacío legal que permite la pesca con «fines  científicos», Japón ha atrapado 16.000 de estos cetáceos desde entonces e  intenta poner fin a la moratoria de caza comercial de ballenas, vigente  que establece cuotas de captura cero para los grandes cetáceos.
Antes de que la Comisión debata si autoriza durante la próxima década  la caza comercial con un cupo anual de 1.800 ballenas, entre las que  figuran dos especies amenazadas, una investigación del diario «Sunday  Times» ha revelado los tejemanejes de Tokio para acabar con la  moratoria.
Grabándolos con cámara oculta, los reporteros del rotativo británico  obtuvieron la confesión de altos funcionarios de seis pequeños países  —Costa de Marfil, Guinea, Granada, San Cristóbal y Nieves, Kiribati e  Islas Marshall—, que admitieron haber recibido sobornos de Japón para  votar a favor de la caza de ballenas.
Ya se sospechaba que el Gobierno nipón se aprovecha de su poderío  económico y sus ayudas millonarias para atraerse el apoyo de los países  pobres de África, el Caribe y el Pacífico. Pero la investigación del  «Sunday Times» revela, además, un oscuro mundo de corrupciones y  favores.
En un encuentro con los periodistas en un hotel de Barcelona,  Ibrahima Sory Sylla, director de Pesca de Guinea, reconoció que Japón no  sólo paga la cuota anual de su país para pertenecer a la Comisión  Ballenera, sino además los viajes, gastos y comidas de los delegados que  acuden a sus reuniones. Cada día reciben un sobre con 300 dólares y,  cuando asiste el ministro del ramo, éste se lleva como mínimo unos 1.000  dólares, el equivalente al sueldo medio de un año en Guinea.
Otros altos cargos de Tuvalu y Kiribati coincidieron en que el  Gobierno nipón se hacía cargo de sus gastos y destinaba ayudas  millonarias a sus respectivas industrias pesqueras. Por su parte, el  representante de Tanzania en la Comisión, Geoffrey Nanyaro, incluso  reveló que en sus desplazamientos a Japón se le ofrecían masajes con  «final feliz» por parte de prostitutas.
Para obtener estas explosivas confesiones, los reporteros del «Sunday  Times» se hicieron pasar por emisarios de un supuesto millonario suizo  que luchaba por la conservación de las ballenas y estaba dispuesto a  comprar sus votos para prorrogar la moratoria. Pero algunos funcionarios  expresaron el temor a perder las ayudas de Japón si variaban su  postura.
Este tipo de cuestionadas prácticas ha permitido a Japón aumentar el  número de miembros de la CBI y asegurar el apoyo de 38 de sus 88  miembros a los intereses nipones. Entre ellos están países sin salida al  mar como Malí, que se ha alineado con Japón afirmando sorprendentemente  que las ballenas devoran sus bancos de peces.
La propuesta de negociación impulsada por el actual presidente de la  Comisión Ballenera Internacional, el comisionado chileno Cristián  Maquieira, ha sido duramente criticada por gobiernos y sociedad civil de  diversas naciones. La contraposición entre la política de Estado  chilena y la propuesta de negociación puesta en la mesa por el  representante chileno han complicado a la cancillería y perjudicado la  imagen internacional en esta maetria, al punto que Senadores de la  República solicitaron la semana pasada la renuncia de Maquieira al  cargo.
Para Bárbara Galletti, presidenta del Centro de Conservación Cetacea,  “es inaceptable y gravísimo la compra de votos que efectúa Japón y si a  ello sumamos otras prácticas coercitivas de este país, como el abuso de  la denominada “caza científica”, ocultar información y coartar la  libertad de expresión de sus ciudadanos (en alusión a la censura que ha  tenido el documental The Cove), resulta más necesario aún que la  propuesta pro-ballenera sea rechazada de plano, ni siquiera aceptada  como base de negociación”.
En referencia a la compra de votos, Galletti concluyó que “de  aceptarse esta propuesta ballenera en el siglo XXI se estará legitimando  un actuar absolutamente condenable y se sentará un pésimo precedente  sobre un organismo internacional que quedaría a merced de un solo país,  solo por la presión ejercida, en vez de que representar a la mayoría”.

 
 











1 comentarios:
No termino de entender que los ciudadanos no guien la acción política tanto a nivel local como a nivel regional y global, organizados como consumidores que premian o castigan a las empresas de determinados paises (al final son los lobbys que mantienen a los gobiernos y partidos políticos de esos paises); si en tiempos se organizó la ONU (aunque para poco sirve), se organizó la OIT, y tantas otras asociaciones.... ¿por qué no organizar a los consumidores con consejos de consumo que castiguen a las empresas si no se respetan determinados valores (ambientales, trabajo infantil, etc, etc)? Yo de momento anulo la opción de comprar coche japones...
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